El Día del Estudiante se originó de la histórica huelga que impulsó ese sector un 21 de noviembre de 1957 contra la dictadura pro imperialista del general Marcos Pérez Jiménez que estuvo sostenida a punta de terror, cárcel, exilio y muerte contra sus opositores.
Ese movimiento dirigido por los estudiantes de la Universidad Central de Venezuela y de educación secundaria de Caracas, fue preludio de la unificación de los diferentes sectores que luchaban contra ese régimen y que se agruparon en la Junta Patriótica que dirigió todas las acciones que desembocaron en el derrocamiento del tirano el 23 de enero de 1958.
Como bien lo dice Antonio García Ponce, en su libro Juventud y Polémica, en aquél momento “la lucha arreciaba y más elevadas se hacían las batallas populares, y el Partido Comunista estaba al frente de cada batalla y por ende su Juventud Comunista; nuevas maneras de combatir surgían en el campo juvenil ya para abril de 1957, se había constituido el Frente Universitario donde confluyen jóvenes de las JCV, AD, URD y COPEI. La agitación crece y el 21 de noviembre de 1957 estalla la huelga de los estudiantes universitarios, movimiento secundado por los estudiantes de secundaria y por acciones de agitación en los barrios y fábricas. La Huelga del 21 de noviembre de 1957 que pasó a ser el día del estudiante venezolano, marca el comienzo de los combates que culminan el 23 de enero de 1958”.
Lamentablemente, posterior a la caída de Pérez Jiménez, se instaló un sistema político que mantuvo el modelo del capital en una democracia representativa de partidos de la burguesía que dominaron nuestro país por más de 40 años y establecieron una concepción de lo educativo que respondía a los intereses de ese Estado que ellos resguardaban y sostenían.
La Universidad Nacional Experimental Francisco de Miranda fue creada en medio de ese contexto en 1977 e inició sus actividades en 1979. Y aunque en su logro participaron miles de falconianos habitantes de toda nuestra geografía, al final, como solía ocurrir en el pasado reciente, terminó siendo un organismo prisionero de los partidos que dominaban la escena política venezolana de aquél momento.
Y pese a que se insiste de manera recurrente que sus inicios fueron motivados por una gran vocación democrática de garantizar el derecho al estudio de los jóvenes falconianos, las declaraciones dadas por la autoridad de entonces al diario La Mañana de Coro el martes 23 de enero de 1979, desvirtuaron con creces aquella versión¨: “…la UNEFM, manifestó, ya está en el punto de arranque docente con 140 alumnos, que de acuerdo a las innovaciones, pasarán por el filtro de un curso de nivelación, que permitirá una mejor preparación para el estudio de las carreras...”.
Ese criterio que se mantuvo por mucho tiempo, no sólo en esta universidad sino en todo el sistema de educación universitaria venezolana, fue causante de la exclusión de cientos de jóvenes que no tuvieron ninguna posibilidad de ingreso. Esa forma de comportamiento de un Estado clasista tenía necesariamente que terminar provocando el rechazo de todo ser humano capaz de conmoverse frente a la injusticia, porque cabe preguntarse: “¿cuantas inteligencias se perdieron por esa razón?, ¿cuantos genios se desperdiciaron por falta de oportunidad? ¿quién sabe cuántos talentos brillantes pasaron sin dar luz, pasaron sin ser útiles, sin traer al mundo todo lo que inteligencias fecundas pueden dar para el bien de sus semejantes?”
La nueva concepción de la educación venezolana actual ha permitido, con la eliminación de todas esas barreras, el ingreso masivo de los venezolanos sin diferencias de edad o de cualquier otra naturaleza, al sistema educativo nacional. Ejemplo de esta verdadera política revolucionaria auténticamente democrática y de profundo contenido social, han sido las misiones Robinson, Ribas, Sucre, Cultura, las Escuelas Técnicas Robinsonianas, las Escuelas Bolivarianas, la Alfabetización Tecnológica y la apertura de nuevas universidades que están convirtiendo a la educación en un verdadero derecho al alcance de todos.
Pero no es suficiente con la política de todos adentro, porque precisamente por ser una revolución un cambio completo de las añejas estructuras existentes en el país que se sostienen en los abusivos beneficios que reciben unos pocos, es que debe transformarse todo lo representativo del orden que pretendemos abolir. Y uno de los problemas que están dentro de esa urgencia es el de cómo se combate y cómo se vence la influencia de las viejas ideas, de las viejas tradiciones y de los viejos prejuicios y vicios mercantiles que en ellas se han enquistado.
Aún en muchas universidades se prepara a los estudiantes para que cuando egresen estén mejor armados intelectualmente para explotar a los demás. De esta manera se construye toda una mentalidad mística creada en esta sociedad capitalista que internaliza y crea la subjetividad conservadora en los individuos en quienes se alimenta la esperanza de vivir del otro o del trabajo de los demás.
La nueva concepción educativa que tiene como proyecto el gobierno revolucionario, entiende que la educación es un acto cooperativo, de diálogo entre todos. En ella, el hombre debe formarse con un sentido humanista porque su preocupación debe estar centrada no sólo en sí mismo sino fundamentalmente en la construcción colectiva de las respuestas que permitan superar las carencias de cualquier naturaleza que tengan sus semejantes y que como dice Paulo Freire “… que no sea autosuficiente porque esta es incompatible con el diálogo. Los hombres que carecen de humildad o aquellos que la pierden, no pueden aproximarse al pueblo. No pueden ser sus compañeros de pronunciación del mundo. Si alguien no es capaz de sentirse y saberse tan hombre como los otros, significa que le falta mucho que caminar, para llegar al lugar de encuentro con ellos. En este lugar de encuentro, no hay ignorantes absolutos ni sabios absolutos: hay hombres, que en comunicación buscan saber más y buscan la verdad…”
Y en esta gran tarea, el Estado venezolano tiene la fe puesta en que su juventud sabrá asumir este compromiso transformador, con un liderazgo juvenil profundamente ético, ajeno a la práctica mercantil que ha propagado la cultura del capital, verdaderamente dedicado al estudio profundo de la ciencia, las humanidades y la realidad política mundial, nacional, regional y comunal, dispuesta al sacrificio y al trabajo creador, como profesionales formados en nuestra universidad que vayan al encuentro de un mundo cambiante, en donde están nuestros pueblos que como decía Rómulo Gallegos, “aún sueñan, luchan y esperan”.
Profesor Luis Dovale Prado
Rector de la Unefm